domingo, 9 de junio de 2013

EL DESPRECIO DE SI

Al amanecer, desde lo alto, la nota SI observaba con desdén a sus compañeras, preguntándose qué hacían el resto de notas desparramadas por las filas más bajas del pentagrama.

“¿Cómo pueden vivir así?”- se interrogaba- “¿No perciben que se puede subir tan alto como yo? ¿No echan de menos la enorme belleza que se contempla desde aquí?” Y proseguía, irritada: “¡Mira la haragana de DO que camina todo el día con los pies a rastras! O FA que se cree el no va más por sonar sobre tres notas. ¡Si tuviera la oportunidad de vislumbrar, por un momento, todo lo que tiene por encima se iba a llevar un buen chasco! Y qué decir de mi vecina, LA: apunta maneras pero  tiene tanto que aprender antes de sonar como yo ¡menuda presumida!”

Día tras  día, la nota SI mascaba el desprecio hacia sus compañeras y este se disparaba cuando el violinista interpretaba la partitura que componían: “Pero qué tosquedad la de DO, qué anodino RE, qué vulgar resulta MI, qué engreída FA, qué inmadura esa SOL…” Llegó a detestar tanto al resto de notas que deseaba su extinción.

Y así, un día, sucedió…

Fulminadas por el desprecio de SI, la partitura quedó reducida a una infinita sucesión de si misma que, al ejecutarse, solo lograba, primero, aburrir y después, irritar. Tras un par de conciertos en los que tan solo cosechó abucheos, el violinista desechó la partitura encerrándola en un cajón.

Desterrada en la oscuridad, la nota SI se sintió tan sola y abandonada que comenzó a recordar a sus compañeras: aquellos chistes gruesos de DO que, aunque no quisiera reconocerlo, le hacían reír entre dientes; la entrega de RE: siempre dispuestas a salvar hasta la peor interpretación; el modo en que la alegría de MI se contagiaba al resto de la escala; e incluso, la presunción de FA que lograba sacar todo el partido de sus escasos recursos… 

La añoranza de SI se transformó en llanto. Tal cantidad de lágrimas que empaparon la partitura y al ser descubierta por la doncella pensó que su señor, en un descuido, había vertido líquido encima de la misma.  Y para evitar que se estropeara la tendió a secar.

Los primeros rayos del sol albergan sus más mágicas cualidades y al ir secando las lágrimas de dolor de SI, fueron restituyeron la partitura original. Cuando el violinista amaneció, al encontrar la partitura, la leyó curioso pues aquella obra no le resultaba ajena. Tatareo la composición y decidió que tal era la pieza que buscaba para abrir su próxima actuación. Y SI concluyó que nada se podía lograr en esta vida sin el concurso y la variedad del resto de la escala.


Una ligera lluvia salpicó las notas que se interrogaban extrañadas acerca de tan extraño fenómeno: eran lágrimas de SI, de felicidad esta vez, sí.